jueves, 3 de marzo de 2016

Vermeer

The ghost of Vermeer van Delft
which can be used as a table
, de Salvador Dalí

Dalí admiraba a Vermeer. El ya fallecido Vermeer, al que le toca ser ya fantasma en cuadros y poemas. Y este cuadro, de Dalí para Vermeer, simboliza lo que hubiera podido ser, y no pudo, por culpa de ese horror llamado tiempo, y su amigo la muerte. Pero a Dalí eso no le preocupa, por lo que honra al que pudo haber sido -y no fue por el tiempo- a un amigo en su lienzo. Pinta a Vermeer dudando, como él sabía que hacía siempre, para poder luego dar la mejor respuesta. Cuando el fantasma va a un cruce de caminos o de vidas, -como prefieras llamarlo-, para, y reflexiona, y por qué no, estira su pierna para poder lograr posar allí una copa y una botella de vino, para brindar mientras por su amigo, porque hay algo que les une: la pasión por el arte. Se apoya en su muleta el viejo pintor para así decidir, ¿derecha o izquierda? Si nos basamos en religiones, la derecha es dios, la izquierda el diablo. Observando hacia dónde señala la cabeza del fantasma, ya tenemos la respuesta de dónde esperará a su amigo Dalí.



Este texto pertenece a Rose. Podéis encontrar más sobre ella en su blog Vuela y en su cuenta de Instagram.

El reto consistía en que yo elegía un cuadro y ella tenía que hacer un comentario sobre éste en clave poética. Precioso, ¿verdad?

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© De tanto beber de tus lagunas de memoria
Maira Gall